Teorias Conductuales del Lenguaje

2/2/2024Alceu Regaço et al49 min de lectura

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Introduccion

Este texto está basado en Regaço, A., Harte, C., Barnes-Holmes, D. et al. Naming, Stimulus Equivalence and Relational Frame Theory: Stronger Together than Apart. Perspect Behav Sci 48, 97–114 (2025). https://doi.org/10.1007/s40614-024-00427-z

El lenguaje es uno de los campos de investigación más complejos dentro del análisis de la conducta. El enfoque de Skinner, refiriéndose a él como conducta verbal (CV), "enfatiza al hablante individual" (Skinner, 1957, p. 2), centrándose en las variables que controlan la emisión de respuestas verbales. Definió la CV basándose en la mediación de consecuencias proporcionadas por oyentes que habían sido condicionados a responder de esa manera. Además, Skinner argumentó que los mismos principios conductuales provenientes de la investigación con conducta no humana serían en gran medida suficientes para explicar y describir la CV humana (Michael, 1984). Skinner también sostuvo que la conducta del oyente "no tiene parecido con la conducta del hablante y no es verbal según nuestra definición" (Skinner, 1957, p. 33), y más tarde introdujo el concepto de conducta de seguimiento de reglas para describir cómo el lenguaje, o los estímulos verbales, pueden controlar la conducta (Skinner, 1966, 1969). Describió las reglas como estímulos especificadores de contingencias, cuyos efectos podrían explicarse por las contingencias que moldearon tanto la conducta de seguimiento de reglas en general como la conducta particular especificada en una regla dada. Esta definición dio lugar a numerosos estudios empíricos y análisis conceptuales, e incluso a un tratamiento completo en formato de libro (Hayes, 1989). Gran parte de este trabajo se centró en las diferencias entre las reglas y la conducta moldeada directamente por contingencias, y en las variables que aumentan o disminuyen la conducta de seguimiento de reglas (por ejemplo, de Almeida et al., 2020; Galizio, 1979; Harte et al., 2020; Hayes et al., 1986; Zapparoli et al., 2021).

Otra línea de investigación sobre el lenguaje dentro del análisis de la conducta comenzó con un experimento realizado por Murray Sidman, diseñado para enseñar lectura con comprensión a un adolescente neurodivergente (Sidman, 1971). Al principio, el participante solo era capaz de señalar las imágenes cuando se le presentaban los nombres de las imágenes (por ejemplo, señalar una imagen de un gato al escuchar la palabra "gato"). Pero después de un entrenamiento en discriminación condicional para establecer una relación entre el nombre hablado y la palabra escrita (por ejemplo, señalar la palabra gato al escuchar "gato"), el adolescente derivó otras relaciones sin necesidad de entrenamiento adicional (por ejemplo, podía señalar la imagen al ver la palabra, señalar la palabra al ver la imagen y decir el nombre cuando se le presentaba la palabra). Sidman desarrolló posteriormente un marco basado en la teoría matemática de conjuntos para describir la emergencia de las relaciones derivadas, en lo que más tarde se denominó el paradigma de la equivalencia de estímulos (EE)¹ (Sidman, 1994; Sidman & Tailby, 1982). Estos autores afirmaron que se documentaría una clase de estímulos equivalentes cuando, después de un entrenamiento de línea base (p. ej., A→B y B→C), un sujeto pudiera responder en términos de reflexividad (p. ej., A→A, B→B y C→C), simetría (p. ej., B→A y C→B) y transitividad (p. ej., A→C) en ausencia de reforzamiento directo. Es decir, para la EE, las clases de estímulos equivalentes se definen basándose en la derivación de múltiples relaciones de estímulo que atestiguan las propiedades definitorias de las relaciones de equivalencia según la definición matemática (es decir, reflexividad, simetría y transitividad).

¹La abreviatura EE se utilizará al referirse al marco descriptivo de Sidman sobre la equivalencia de estímulos: "Mi propia teorización no se ha dirigido tanto a una explicación de las relaciones de equivalencia sino, más bien, a la formulación de un sistema descriptivo" (Sidman, 1994; p. 536). Y "equivalencia de estímulos" se utilizará al referirse específicamente al fenómeno de que dos estímulos sean equivalentes entre sí dependiendo del contexto.

Sidman y sus colegas argumentaron que el fenómeno de la equivalencia de estímulos puede proporcionar una definición funcional-analítica del significado o referencia simbólica. Es decir, una definición funcional de un símbolo requiere que participe en una clase de equivalencia. En las décadas siguientes, el paradigma de la equivalencia como análisis conceptual del significado simbólico, combinado con la economía de enseñanza generada por la emergencia de múltiples relaciones no entrenadas, llevó al desarrollo de muchas líneas de investigación (p. ej., Arntzen, 2012; Brodsky & Fienup, 2018; de Rose et al., 1996; Fields, 2023; Regaço et al., 2023; Sidman, 1994).

Otros dos marcos conceptuales del lenguaje humano surgieron de la CV de Skinner y de la EE de Sidman: la teoría del marco relacional (TMR) y la teoría del nombrar (TN). La TMR surgió inicialmente de un intento de explicar la conducta gobernada por reglas, basándose en el concepto de equivalencia de estímulos y otros patrones de relaciones derivadas entre estímulos (p. ej., diferente, igual, comparación), y con el objetivo de desarrollar un marco analítico-conductual general del lenguaje y la cognición humanos (Hayes, 1989; Hayes et al., 2001a, 2001b). Los autores argumentaron que el lenguaje, o la CV compleja, tiene sus raíces en un tipo de operante generalizada descrita como respuesta relacional arbitrariamente aplicable (RRAA). La idea central es que la RRAA difiere de otros tipos de respuesta relacional porque no está controlada únicamente por las características no arbitrarias o formales de los estímulos relacionados (Hayes, 1991a, 1991b). Como ejemplo, en el primer estudio de equivalencia de Sidman (1971), no había características formales de la palabra hablada "gato" que la relacionaran con la palabra escrita gato. Hayes et al., (2001a, 2001b) también sugirieron que la equivalencia, o coordinación, es uno de varios patrones de respuesta relacional generalizada (p. ej., oposición, temporal y deíctica) que podrían quedar bajo control contextual. Además, la TMR enfatizó el papel del entrenamiento de múltiples ejemplares (EME) en el desarrollo de la RRAA, y el papel de las claves contextuales en la determinación y el control de la respuesta relacional derivada (Hayes et al., 2001a, 2001b). Por lo tanto, en oposición a la visión de Skinner de la conducta del oyente como no verbal, y alineada con la investigación de EE de Sidman, la TMR propuso que tanto la conducta del hablante como la del oyente son verbales, y que la RRAA es la base funcional-analítica central del lenguaje y la cognición humanos, incluyendo la resolución de problemas (Hayes, Gifford et al., 2001) y el control instruccional (Barnes-Holmes et al., 2001a, 2001b; Hayes et al., 2001a, 2001b).

Otra línea de investigación que surgió de la EE fue la TN, propuesta por primera vez por Horne y Lowe (1996). En particular, estos autores pretendían mostrar cómo algunos de los conceptos propuestos en Conducta Verbal de Skinner (1957) podrían emplearse en la construcción de un marco sobre la emergencia del nombrar y su papel en el significado simbólico, la equivalencia de estímulos y la categorización verbal en general (p. ej., Horne et al., 2004; Lowe et al., 2002, 2005). Los autores describieron el nombrar como una relación conductual de orden superior que combina la conducta del hablante y la del oyente dentro del mismo individuo, resultado de la combinación de respuestas de oyente, ecoicas y de tacto². Según este marco, una vez establecido el nombrar, reforzar una respuesta de oyente resulta en la emergencia de una respuesta de hablante, y reforzar una respuesta de hablante resulta en la emergencia de una respuesta de oyente, sin necesidad de reforzamiento directo de ambas respuestas. Horne y Lowe (1996) destacaron el papel fundamental de la conducta del oyente para el desarrollo de la conducta lingüística y se centraron en la importancia de la bidireccionalidad entre clases de objetos y conductas de hablante/oyente. Además, los autores argumentaron que el nombrar es necesario para la demostración de la respuesta de equivalencia. En un procedimiento típico de igualación a la muestra (IAM), el participante tacta el estímulo de muestra, el nombre del estímulo se ecoiza hasta la presentación de los estímulos de comparación, controlando finalmente la respuesta de oyente de señalar el estímulo de comparación correcto. Horne y Lowe (1996) también indican cómo, en su opinión, las relaciones intraverbales pueden ser parte de este proceso cuando se dan diferentes nombres a estímulos en la misma clase de equivalencia (Miguel, 2016). Sin embargo, es importante señalar que Lowe y Horne (1996) reconocieron que la equivalencia puede ocurrir basándose en contingencias no verbales no especificadas (p. 329).

²La conducta ecoica es una operante verbal que suena como el estímulo verbal que la controla (es decir, el hablante repite una conducta verbal previa, emitida por él mismo o por otra persona). Un tacto es una "operante verbal en la que una respuesta de una forma dada es evocada o al menos fortalecida por un objeto o evento particular o propiedad1 de un objeto o evento" (Skinner, 1957, pp. 81-82).2 El término "conducta de oyente" generalmente designa una conducta no verbal que es una respuesta apropiada a una conducta verbal previa, como por ejemplo cuando el oyente señala la imagen de un gato (entre otras imágenes) después de escuchar la palabra "gato" (para una descripción detallada ver Skinner, 1957).

Debate entre EE, TN y TMR

Desde finales de la década de 1980 hasta principios de la de 2000, hubo un considerable debate entre los investigadores sobre estos tres enfoques diferentes (EE, TMR, TN) de las relaciones derivadas entre estímulos y el lenguaje y la cognición humanos de manera más general (p. ej., Clayton & Hayes, 1999; Hayes & Barnes, 1997; Lipkens et al., 1993; Sidman, 2000; Sidman et al., 1986; véanse también las respuestas a Horne & Lowe, 1996, y su réplica). Aunque la intensidad del debate original ha disminuido más o menos, las tres amplias líneas de investigación siguen siendo muy activas pero separadas hoy en día (p. ej., Barnes-Holmes & Harte, 2022; Fienup & Brodsky, 2020; Greer et al., 2024; Hayes & Hofmann, 2023; Miguel, 2018; Petursdottir, 2023; Regaço et al., 2023; Sivaraman & Barnes-Holmes, 2023). En general, es importante señalar que parece haber un debate en curso entre investigadores que utilizan conceptos de la CV para explicar la equivalencia de estímulos pero no están completamente de acuerdo con la descripción de la TN del nombrar como una operante generalizada/de orden superior (p. ej., control conjunto; Lowenkron, 1998, 2006; véase también Michael, 1996). Además, la teoría del desarrollo de la conducta verbal (TDCV), que surgió de la TN y enfatiza el papel del nombrar en el desarrollo del lenguaje, se extiende mucho más allá de este enfoque (Greer & Speckman, 2009; volveremos a la TDCV en particular más adelante). No obstante, a pesar de estas divergencias, utilizaremos el término TN como una categoría amplia que abarca (o ejemplifica) estas tradiciones de investigación que se mantienen estrechamente alineadas con los conceptos de la CV de Skinner como plataforma desde la cual entender la equivalencia de estímulos.

Aunque algunos autores han intentado aunar los diversos enfoques sobre el lenguaje y la cognición (Barnes-Holmes et al., 2000; Greer & Speckman, 2009; Perez, 2023; Petursdottir, 2023; Sivaraman et al., 2023), podría argumentarse que sus respectivas actividades de investigación rara vez interactúan de manera colaborativa o mutuamente enriquecedora. De hecho, la situación es tal que se ha propuesto que los diferentes enfoques pueden ser vistos mejor como marcos separados "dependientes del modelo" de diferentes aspectos del lenguaje y la cognición humanos (Belisle, 2020). El presente artículo tiene como objetivo discutir las posibles razones de esta falta de interacción entre enfoques, considerar sus puntos de acuerdo y desacuerdo, y cuestionar si esta separación es beneficiosa o no para el análisis de la conducta en general.

Razones para la Separación entre EE, TN y TMR

Factores Sociales

Una posible razón para la división entre estas tres teorías principales podría ser un grado de conservadurismo científico con respecto a la propuesta de nuevos conceptos que divergen de los previamente establecidos (Gross & Fox, 2009), particularmente antes de que los marcos existentes hayan sido probados completa y exhaustivamente (aunque lo que define "probado completa y exhaustivamente" siempre seguirá siendo materia de debate; p. ej., Schlinger et al., 2024). Skinner escribió un libro completo como un ejercicio interpretativo de aplicación de procesos conductuales básicos, en su mayoría extraídos de la investigación no humana, al lenguaje humano (Skinner, 1957). La importancia del análisis de Skinner y la influencia que su trabajo tuvo en el análisis de la conducta fue significativa en el dominio aplicado, especialmente con niños con déficits de lenguaje (p. ej., Sundberg & Michael, 2001). Sin embargo, el libro de Skinner no se ocupaba de la adquisición del lenguaje, y su énfasis en un marco de CV basado en contingencias directas³ (es decir, explícitamente reforzadas) era difícil de alinear con los primeros experimentos de Sidman sobre equivalencia de estímulos, en los que el participante no tenía un repertorio verbal complejo, pero aun así derivaba nuevas relaciones que no eran directamente reforzadas (Sidman, 1994, p. 21). Según Sidman (1994), la derivación de nuevas relaciones fue un resultado inesperado (si se asume que todas las instancias de control de estímulos sobre la conducta operante requieren una historia apropiada de reforzamiento directo) y, como tal, el fenómeno de la equivalencia de estímulos parecía requerir un tratamiento que se extendiera más allá de los principios del análisis de la conducta disponibles en ese momento.

Aunque los investigadores tanto de la EE como de la TMR declararon claramente que sus marcos se desarrollaron dentro de un paradigma analítico-conductual (Hayes et al., 2001a, 2001b; Sidman, 1994), es comprensible que otros en el campo fueran algo escépticos al respecto (ver el intercambio entre Sidman y Day; Sidman, 1994, p. 561). Un enfoque más conservador sería intentar explicar los nuevos hallazgos en la investigación de relaciones derivadas utilizando conceptos previamente establecidos en el estudio del lenguaje humano, es decir, las operantes de la CV de Skinner. De hecho, uno de los principales objetivos de la TN era explicar la equivalencia de estímulos utilizando el marco de Skinner, argumentando los autores que "Conducta Verbal debería ser visto como una plataforma vital para un mayor desarrollo teórico" (Lowe & Horne, 1996, p. 316). Sin embargo, la cuestión de si la CV de Skinner era adecuada para explicar los nuevos hallazgos de la EE era una cuestión tanto de interpretación teórica como de investigación experimental. Además, la interpretación de la TN fue cuestionada por algunos investigadores que señalaron que el marco de Skinner no estaba diseñado para abordar conceptos como la referencia y el significado simbólico (de Rose, 1996; Hayes, 1991a, 1991b; Parrott, 1984), mientras que la EE parecía abordar exactamente estos conceptos y de una manera funcional-analítica (Sidman, 1994).

³Por supuesto, reconocemos que Skinner era consciente de la posibilidad de derivación. Como ejemplo, utilizó el término "mando mágico" para describir situaciones en las que el mando "no puede explicarse demostrando que alguna vez hayan tenido el efecto especificado o algún efecto similar en ocasiones similares" (Skinner, 1957, p. 48; ver Murphy & Barnes-Holmes, 2009, para un estudio experimental sobre mandos mágicos). También utilizó el término "conducta autoclitica relacional" y, en particular, "marco autoclitico" para describir la derivación de respuestas verbales (ver Skinner, 1957, p. 336). Sin embargo, Skinner no intentó proporcionar un marco para tal respuesta derivada, probablemente debido al contexto histórico en el que se escribió el libro y la falta de investigación sobre ese tema en ese momento.

En este contexto científico, se pueden apreciar las contingencias sociales más amplias en juego. La estrategia más directa y conservadora a adoptar frente a la EE de Sidman y su estrecha conexión con el lenguaje (es decir, la lectura) fue utilizar un marco ya establecido en ese dominio (es decir, la CV). Y esto es lo que intentó hacer la TN. Aquellos investigadores que cuestionaron si la CV podría proporcionar un marco para la equivalencia de estímulos podrían ser vistos, por lo tanto, como "renegados" intelectuales que buscaron demasiado rápido una explicación alternativa. Sin embargo, cabe señalar que la propia TN no fue una aplicación directa de los conceptos skinnerianos, sino que implicó la construcción de la nueva unidad conductual del nombrar combinando los conceptos de oyente, tacto y ecoica. Skinner no se refirió al nombrar como una operante verbal, y no sugirió que las operantes verbales pudieran fusionarse en una operante general. Por lo tanto, aunque la TN podría verse como conceptualmente más alineada con la CV, sí implicó la introducción de una nueva unidad conductual para explicar la equivalencia de estímulos (y esto fue criticado por otros investigadores de la CV; véase Michael, 1996, como ejemplo). Además, el concepto de nombrar como explicación de la equivalencia de estímulos siguió siendo una cuestión empírica, y por lo tanto había margen para que otros propusieran marcos alternativos que también requerirían, por supuesto, evidencia empírica (Clayton & Hayes, 1999).

En general, el contexto social/científico de esa época, y posiblemente hasta el día de hoy, podría considerarse como un estímulo para la propuesta de teorías competidoras para explicar la equivalencia de estímulos. Y, de hecho, esto es lo que sucedió: dentro de la comunidad analítico-conductual surgieron tres tribus intelectuales, cada una defendiendo su propio territorio teórico y conceptual, y buscando producir evidencia para apoyar su propio marco y refutar otros. Quizás sea lamentable que, en el fragor de la batalla, el premio de desarrollar un marco analítico-conductual coherente de la equivalencia de estímulos, y del lenguaje humano en general, se perdiera o al menos se desplazara del centro del escenario (Hayes, 1996). Fue en este contexto de desacuerdo intelectual donde las diferencias en el contenido y el enfoque de los marcos quizás retroalimentaron el mantenimiento y la exageración de estas diferencias, una cuestión a la que ahora nos dirigimos.

Diferencias de Contenido

Los investigadores alineados con cada uno de los tres enfoques teóricos han logrado avances significativos en las últimas 3 décadas. Los investigadores de la EE se centraron en las variables que facilitan la emergencia de clases de equivalencia (p. ej., Arntzen, 2012; Fields, 2023), con un énfasis especial en la aplicación de la EE a la educación (p. ej., Brodsky & Fienup, 2018; Fienup & Brodsky, 2020; Pilgrim, 2020). Los investigadores de la TN realizaron numerosos estudios para comprender la relación entre el nombrar y la equivalencia (p. ej., Miguel, 2018; Petursdottir, 2023; véase Sivaraman & Barnes-Holmes, 2023, para una revisión reciente relevante), para explorar el papel del nombrar en el desarrollo temprano del lenguaje (p. ej., Greer & Speckman, 2009; Greer et al., 2024), y para refinar la propia TN (Hawkins et al., 2018; Miguel, 2016). Y los investigadores de la TMR se centraron en el amplio dominio del lenguaje y la cognición, incluyendo el seguimiento de reglas (p. ej., Harte et al., 2020), el razonamiento analógico (p. ej., Stewart & Barnes-Holmes, 2004), la inteligencia (p. ej., Cassidy et al., 2016) y la toma de perspectiva (p. ej., Edwards et al., 2017; para una revisión más amplia de la investigación sobre TMR en las últimas décadas, véase Hayes et al., 2021). En investigaciones recientes, algunos autores se han centrado en desarrollar la propia TMR considerando el papel de la cooperación humana en la emergencia de la RRAA (Hayes & Sanford, 2014) y creando un marco amplio y una unidad de análisis para sistematizar el estudio de la RRAA (véase Barnes-Holmes & Harte, 2022, para un resumen reciente de este esfuerzo).

En términos muy generales, la investigación experimental de la TN y la CV se ha centrado principalmente en la conducta verbal vocal, estudiada con mayor frecuencia en niños pequeños, incluidos aquellos con déficits de lenguaje (Petursdottir, 2018; Sivaraman & Barnes-Holmes, 2023). En una revisión sistemática sobre el nombrar, Sivaraman y Barnes-Holmes (2023) identificaron 46 estudios, de los cuales 43 (93%) incluyeron niños como participantes, con un 67% categorizado con una discapacidad del desarrollo. En otra revisión, de Petursdottir y Devine (2017) sobre experimentos de CV de 2006 a 2015, los estudios incluyeron exclusivamente niños en el 84% de los casos, y el 72% eran poblaciones clínicas (en gran parte centradas en el autismo).

También en términos muy generales, la investigación experimental sobre EE y TMR ha tendido a centrarse en poblaciones adultas/universitarias (Belisle, 2020; Dymond et al., 2010; O'Connor et al., 2017), utilizando principalmente procedimientos de discriminación condicional, como la IAM. Dos revisiones sistemáticas sobre TMR, que incluyen el período entre 1981 y 2008 (Dymond et al., 2010), y de 2009 a 2016 (O'Connor et al., 2017), indicaron que la población estudiada fue principalmente adultos (72% y 78%, respectivamente). Y aunque no existe una revisión amplia actual sobre la EE, una revisión preliminar de los experimentos de EE de 2000 a 2018 mostró que el 53% de los participantes eran estudiantes universitarios (Belisle, 2020). Sin embargo, considerando el alcance y el número de estudios realizados sobre EE, parece probable que haya más diversidad en las poblaciones estudiadas (incluidas especies no humanas) que en las otras tradiciones de investigación.

El resumen proporcionado por las revisiones sistemáticas, en general, puede no presentar el panorama completo de los estudios en EE, TMR y TN. Aunque O'Connor et al. (2017) indicaron que la mayor parte de la investigación en TMR se realizó con adultos, aun así identificaron 64 estudios publicados con niños, incluyendo poblaciones tanto típicas como neurodiversas. Y lo mismo se aplica a los numerosos experimentos realizados tanto por investigadores de TN como de CV, que estudiaron fenómenos lingüísticos complejos y en adultos. De hecho, ha habido estudios de TN sobre respuestas complejas no vocales (p. ej., Frampton et al., 2023); y ha habido estudios de TMR (p. ej., Lipkens et al., 1993; Pomorska et al., 2021) y EE (p. ej., Almeida-Verdu et al., 2021) sobre el desarrollo temprano del lenguaje. En este contexto, por lo tanto, aunque claramente existen numerosas excepciones, la investigación realizada en TN y CV se ha centrado más en el desarrollo temprano del lenguaje en niños, y la investigación en EE y TMR ha puesto un mayor énfasis en fenómenos lingüísticos más complejos, típicamente asociados con estudios en adultos. No obstante, al menos teóricamente, los objetivos de esos diferentes enfoques podrían considerarse más alineados en términos generales. Por ejemplo, desde los primeros días de la TN, Horne y Lowe (1996) argumentaron: "Aunque nos hemos concentrado en cómo surge el nombrar, la unidad verbal más básica, durante los primeros 2 años de vida, nuestro enfoque y método podrían extenderse para explicar toda la gama de conducta lingüística" (p. 240; énfasis añadido). Además, el desarrollo temprano del lenguaje, y el nombrar en particular, siempre se consideraron centrales para la explicación de la TMR sobre cómo emerge la equivalencia (o marcos de coordinación) en la conducta de los niños pequeños. De hecho, el nombrar se consideró uno de los tres pilares del lenguaje y la cognición humanos dentro de la teoría (Hayes et al., 2001a, 2001b). Y aunque algunos investigadores de la equivalencia cuestionaron el papel explicativo del nombrar en la respuesta de equivalencia, ciertamente no afirmaron que fuera irrelevante (Sidman, 1994).

En general, por lo tanto, parece que los tres marcos se desarrollaron con el enfoque de comprender el lenguaje humano en su totalidad, y puede ser imprudente perpetuar la visión de que enfoques específicos solo se ocupan del desarrollo verbal temprano o, alternativamente, solo de fenómenos lingüísticos complejos de "adultos". En cualquier caso, el enfoque inicial general de cada marco en diferentes poblaciones y procedimientos muy probablemente contribuyó a la creciente separación entre los investigadores involucrados en cada enfoque, a pesar de las claras áreas de superposición en sus intereses de investigación. Y es lamentable que quizás sea en este contexto donde se amplificaron las diferencias teóricas.

Diferencias Teóricas

En el contexto de las relaciones de equivalencia derivadas, existen al menos dos puntos comunes entre EE, TMR y TN (Clayton & Hayes, 1999; Horne & Lowe, 1996). Primero, que los participantes tratan diferentes estímulos como si fueran intercambiables, dependiendo del contexto, y que es importante establecer cómo sucede eso; y segundo, que este fenómeno está estrechamente relacionado con el lenguaje. Además, se puede argumentar que la TMR y la TN comparten una hipótesis común sobre el desarrollo de una operante generalizada a través de una historia de aprendizaje, mientras que la EE sostiene que el origen de la respuesta de equivalencia es la contingencia misma (Sidman, 2000). Además, con desarrollos recientes en TMR y TN, ampliamente definidas, Sivaraman et al. (2023) sugirieron que ambos marcos otorgan una importancia significativa a la integración de las respuestas del hablante y del oyente, la emergencia subsecuente de respuestas de nombrar espontáneas o no reforzadas (denominadas nombrar bidireccional incidental) y la importancia de la conducta de orientación en el desarrollo temprano del lenguaje. De hecho, algunos puntos comunes son generalmente reconocidos por investigadores de TN, TMR y EE (p. ej., Greer et al., 2024; Saunders & Spradlin, 1996; Sivaraman et al., 2023). Sin embargo, los tres marcos todavía divergen en términos de la relación entre el lenguaje y la equivalencia de estímulos. Como lo describió Petursdottir (2023), refiriéndose a TN y TMR: "El desacuerdo es, de hecho, de importancia teórica porque las dos perspectivas implican conceptualizaciones bastante diferentes del lenguaje y su relación con la RDR [respuesta relacional derivada]" (p. 3). En este sentido, por lo tanto, la piedra angular de la división entre los tres marcos parece ser la relación entre la equivalencia de estímulos y el lenguaje.

En particular, los investigadores de la TN pueden haber visto poca relevancia en la investigación de EE y TMR, dado que la conducta mediacional (generalmente vocal) no se consideró explícitamente en la interpretación de los hallazgos de la investigación. Como ejemplo, Sundberg et al. (2018)⁴ argumentaron que "los proponentes de la teoría de la equivalencia y la TMR tienden a descartar la relevancia de la conducta verbal mediadora de un participante como fuente de control de estímulos al examinar la conducta relacional emergente" (p. 617). En general, aunque los investigadores de la EE parecían menos interesados en los marcos vocales/mediacionales, no descartaron la importancia potencial de la mediación per se. Así, Sidman (1994) argumentó que "decir que la mediación verbal es innecesaria para la equivalencia no es decir que las etiquetas y reglas verbales sean siempre irrelevantes" (p. 511). Además, los investigadores de la TMR reconocieron que la mediación verbal bien puede ocurrir, pero que esto era una conducta a ser explicada en lugar de una explicación en sí misma (Hayes & Barnes, 1997). Como argumentaron los autores:

No negamos, por supuesto, que los sujetos puedan nombrar las relaciones involucradas, pero en términos de la teoría del marco relacional esto solo muestra que las relaciones de estímulo mismas pueden entrar en un "marco de coordinación" con un nombre. No muestra por qué las relaciones nombradas se relacionan. (Hayes & Barnes, 1997, p. 240)

En resumen, los investigadores de la TN buscaron interpretar la investigación sobre EE y TMR como implicando combinaciones o interacciones complejas entre los conceptos de CV de Skinner. Desde esta perspectiva, por lo tanto, los fenómenos del lenguaje se entenderían mejor como una interacción de operantes verbales de maneras cada vez más complejas (ver Sundberg et al., 2018, para una descripción de las operantes necesarias y su interacción) o como un tipo de conducta de resolución de problemas (Miguel, 2018). En contraste, los investigadores de la EE argumentaron que estaban estudiando las propiedades simbólicas del lenguaje (Sidman, 1994), que podrían evaluarse independientemente de la mediación vocal, al tiempo que afirmaban que la mediación verbal puede desempeñar un papel en la EE, aunque no necesariamente causal (p. ej., Saunders & Spradlin, 1996). Finalmente, los investigadores de la TMR argumentaron que tanto el nombrar como la equivalencia de estímulos eran ejemplos del desarrollo temprano de la RRAA y, como tales, eran inherentemente parte de la conducta verbal (p. ej., Hayes & Barnes, 1997; Hayes et al., 2001a, 2001b).

⁴Aunque el estudio de Sundberg et al (2018) no se presenta como un experimento de TN, los autores describen la TN y el control conjunto como marcos que deben contrastarse con la EE y la TMR, basándose en el papel de la mediación en la equivalencia de estímulos, proporcionando argumentos a favor de los primeros.

Como se describió anteriormente, Petursdottir (2023) argumentó que el principal punto de división entre los tres marcos es la relación entre el lenguaje y la equivalencia de estímulos. Sidman (1994) también llegó a esa conclusión en una de sus cartas a Willard Day, al discutir las implicaciones de la EE:

Una pregunta importante que aún no he resuelto es el estatus explicativo de las relaciones de equivalencia. Es un problema del tipo "¿qué fue primero, el huevo o la gallina?". ¿Ayudan las relaciones de equivalencia a explicar algunos aspectos de la conducta verbal —por ejemplo, la "especificación" de contingencias por reglas— o la conducta verbal —por ejemplo, las reglas— hace posibles las relaciones de equivalencia? La mayoría de la gente cree lo último (tú también, supongo por la primera parte de tu artículo de ABA), pero no estoy seguro; ciertamente, las cadenas verbales pueden mediar las relaciones de equivalencia, pero ¿son necesarias? (p. 567)

Después de más de 30 años y muchas investigaciones experimentales, todavía no es posible responder definitivamente a esa pregunta, aunque sí parece que el lenguaje (o la conducta verbal) está estrechamente relacionado con la equivalencia de estímulos (o la respuesta relacional derivada). Es interesante notar que varios autores han cuestionado si alguna vez será posible probar o refutar la TN a favor o en contra de la EE y/o la TMR, basándose únicamente en la investigación experimental (p. ej., Dickins & Bentall, 1996; Fields, 1996; Pilgrim, 1996; Saunders & Spradlin, 1996). En este contexto, por lo tanto, es razonable cuestionar si una mayor investigación dirigida únicamente a probar o refutar un marco sobre el otro conducirá a algún cambio importante en la comprensión general del lenguaje dentro del análisis de la conducta, particularmente al considerar los numerosos puntos comunes entre los tres marcos. Como ejemplo, los experimentos diseñados únicamente para recopilar evidencia de que la equivalencia de estímulos (u otros tipos de respuesta relacional derivada) puede ocurrir cuando se enseñan/requieren respuestas verbales pueden no proporcionar avances conceptuales sustanciales. Es decir, la EE y la TMR no discrepan en que las relaciones de estímulo puedan surgir o ser influenciadas por estímulos hablados o instrucciones. De hecho, las relaciones derivadas pueden entrenarse y/o probarse utilizando diferentes procedimientos, como la IAM, el IRAP (procedimiento de evaluación relacional implícita; p. ej., Bortoloti & de Rose, 2012; Murphy et al., 2019), procedimientos de tipo respondiente (p. ej., Ribeiro et al., 2020), go/no-go (p. ej., Debert et al., 2007) y clasificación (p. ej., Arntzen et al., 2015), cada uno proporcionando importantes sutilezas en el enfoque, pero ninguno abarcando completamente el fenómeno de interés (Clayton & Hayes, 2004; Marin & Fienup, 2024).

De hecho, seguir un enfoque de "¿qué teoría es la mejor?", a expensas de centrarse en los puntos comunes, puede llevar a una separación aún mayor y a investigaciones diseñadas únicamente para probar que un marco es "más correcto" o "más parsimonioso" que los otros (p. ej., Alonso-Álvarez & Pérez-González, 2017, 2021; Schlinger & Blakely, 2024). En consonancia con esta dirección, Sivaraman y Barnes-Holmes (2023) señalaron que casi un tercio de los estudios de TN no se centraron en el nombrar per se, sino en proporcionar evidencia para demostrar que el nombrar era una explicación para la equivalencia de estímulos o la categorización (es decir, esta investigación se preocupaba por recopilar evidencia para probar que la TN explicaba la equivalencia de estímulos por encima de otros marcos). Por supuesto, la crítica y el debate entre los marcos pueden ser beneficiosos y no deben prohibirse ni desalentarse, pero una discusión productiva no debe pasar por alto ni disminuir lo que los marcos tienen en común, y mucho menos minimizar el progreso logrado por los diversos análisis experimentales producidos por cualquiera de los marcos.

Una Alternativa a la Separación: Algunos Ejemplos

En el contexto general descrito anteriormente, uno podría preguntarse si será posible estudiar el lenguaje dentro del análisis de la conducta sin ser arrastrado a la guarida del león de "¿qué marco es el mejor?". Sin embargo, existen ejemplos de proyectos de investigación que dejaron de lado la disputa para centrarse en comprender el lenguaje considerando lo que los diferentes marcos tenían para contribuir. Dos de estos casos se describirán con más detalle: la TDCV y el programa "Aprender a Leer y Escribir en Pequeños Pasos" (Aprendendo a Ler e Escrever em Pequenos Passos; ALEPP).

Greer y Speckman (2009) describieron la TDCV como un intento de explicar el desarrollo temprano de las capacidades verbales basándose en la suposición, compartida tanto por la TMR como por la TN, de que para ser verdaderamente verbales, los repertorios de hablante y oyente deben estar integrados. Los autores también basaron su trabajo en las operantes de la CV de Skinner y en el concepto de cúspides conductuales (Rosales-Ruiz & Baer, 1997). En general, los investigadores de la TDCV han desarrollado una amplia comprensión del desarrollo del lenguaje basada en el establecimiento de diferentes cúspides, como preverbal, oyente, hablante y la unión de hablante y oyente, al mismo tiempo que definen procedimientos y protocolos para acceder a estos repertorios (p. ej., Conceição et al., 2022; Greer & Ross, 2008; Sivaraman et al., 2023). Greer y Speckman (2009) argumentaron que para comprender adecuadamente el desarrollo verbal y ayudar a los niños con retraso en el lenguaje, se debe considerar la investigación analítico-conductual en general (es decir, independientemente de marcos específicos):

Uno de los revisores nos preguntó cuál era nuestra posición sobre las diferentes teorías relativas a la conducta verbal emergente. En lugar de diferencias, vimos una consistencia asombrosa para nuestros propósitos: la inducción de capacidades verbales en niños que carecían de ellas. Aunque existen diferencias de interpretación sobre estos diversos fenómenos, estamos interesados en hallazgos y teorías que funcionen en la inducción de la conducta verbal. (p. 478)

Esta posición parece haberse mantenido hasta el día de hoy, con los investigadores de la TDCV señalando frecuentemente las similitudes y puntos comunes entre TDCV, TMR, TN y EE (p. ej., Greer et al., 2024; Hranchuk & Greer, 2024; Sivaraman et al., 2023).

Otro ejemplo de la interacción entre diferentes marcos es el programa ALEPP, cuya primera versión se presentó en una reunión que reunió a investigadores de diferentes marcos, incluidos Murray Sidman y Steven Hayes⁵. El proyecto tenía como objetivo desarrollar una solución analítico-conductual para ayudar a niños con instrucción lectora deficiente, basada en los marcos de EE y CV, y en el Sistema de Instrucción Personalizada (PSI) de Keller (Keller, 1968). En particular, parte de la literatura analítico-conductual que ayudó a la formulación de ALEPP fue el análisis teórico de Skinner de las "unidades mínimas" de la conducta verbal (Skinner, 1957), la IAM de respuesta construida de Mackay y Sidman (1984), y el aprendizaje de EE por exclusión (McIlvane & Stoddard, 1981). El programa pasó por varias modificaciones a lo largo de los años (Golfeto & Postalli, 2021), pero actualmente se compone de tres módulos computarizados que enseñan la lectura de palabras y oraciones, progresando desde palabras más fáciles, que tienen solo sílabas formadas por consonante seguida de vocal (p. ej., bola) hasta palabras con sílabas más complejas (p. ej., cobra) y oraciones completas (ver Albuquerque & Melo, 2021, especialmente la Sección II, para el desarrollo de los módulos del programa). El programa ALEPP se ha aplicado a más de 3.000 niños brasileños neurotípicos (Pilgrim, 2020), y también se ha utilizado con otras poblaciones, como niños neuroatípicos (p. ej., Benitez & Domeniconi, 2016, 2023; Melchiori et al., 2000) y niños con discapacidad auditiva (p. ej., Lucchesi et al., 2022).

⁵Las actas de esta reunión, el Tercer Instituto Internacional sobre Relaciones Verbales (celebrado en 1989 en la ciudad de Aguas de Lindoia, Brasil) se encuentran en Hayes y Hayes (1992). Incluyen un capítulo que presenta una versión preliminar de lo que se convirtió en el módulo inicial del programa ALEPP (de Rose et al., 1992). El impacto de la reunión para el desarrollo del programa es relatado por de Souza et al. (2009).

Tanto la TDCV como ALEPP se desarrollaron con un enfoque de investigación específico, pero con una amplia consideración de la investigación analítico-conductual sobre el lenguaje. Tuvieron éxito no solo en responder a sus preguntas iniciales, sino en fomentar la investigación experimental básica y mejorar la aplicación analítico-conductual al desarrollo del lenguaje. Y aunque no es posible definir una sola razón para el alcance de esos diferentes proyectos, se destacan como ejemplos de cómo una apreciación integral de diferentes marcos e investigación experimental dentro del análisis de la conducta puede ser fructífera.

Los beneficios generales derivados de los programas de investigación amplios anteriores también pueden surgir en diferentes áreas. De hecho, los estudios en cualquiera de las tres áreas teóricas (EE, TN y TMR) pueden beneficiarse al considerar variables críticas destacadas en una o ambas de las otras áreas. Por ejemplo, la investigación de la EE tiene un historial de probar los efectos de la presentación simultánea versus demorada de estímulos de muestra en procedimientos de IAM (Arntzen, 2012). Sin embargo, los efectos de las demoras entre el nombre y los estímulos objeto rara vez se consideran dentro de la investigación de la TN. Una excepción es el trabajo de Sivaraman et al. (2021), en el que probaron los efectos de una presentación no simultánea de un estímulo y su nombre en una tarea típica de nombrar (es decir, decir el nombre del objeto y presentar el objeto, o presentar el objeto y decir su nombre). En su discusión, los autores señalaron la importancia de determinar el impacto de esta variable en la investigación del nombrar (ver también Sivaraman & Barnes-Holmes, 2023).

Otro ejemplo donde las diferentes perspectivas teóricas pueden beneficiarse mutuamente es el impacto de las claves contextuales en el nombrar incidental. Según la TMR, las claves contextuales ayudan a establecer y controlar la respuesta relacional entre nombres y objetos (Gilmore et al., 2024; Hayes et al., 2001a, 2001b). De hecho, Gilmore et al. (2024) argumentaron que podemos entender mejor cómo los niños aprenden nombres incidentalmente (en ausencia de reforzamiento) estudiando diferentes claves contextuales lingüísticas (p. ej., "¿Qué es esto?", "Esto es un...", "Mira...") y paralingüísticas (p. ej., mirada, señalar, expresiones faciales). Aunque tales claves a menudo están involucradas en la investigación del nombrar, nunca se han estudiado sistemáticamente, por lo que en el futuro existe una oportunidad potencial para una línea de investigación integradora que considere tanto la TN como la TMR.

La TDCV, el ALEPP y los ejemplos de posibles interacciones entre los marcos son solo algunas de las posibilidades de investigación cuando se toman en consideración conjuntamente la TN, la EE y la TMR. Por supuesto, sigue siendo incierto si este enfoque más integrador y colaborativo avanzaría definitivamente el campo de manera muy sustancial, pero parece una alternativa saludable a la separación actual entre los grupos de investigación.

Conclusión

El objetivo del presente artículo fue discutir las posibles razones de la relativa ausencia de interacciones entre los investigadores de EE, TN y TMR, considerando los puntos de conexión entre estos marcos y cuestionando si esta división es beneficiosa para el análisis de la conducta. Al hacerlo, describimos el desarrollo de los tres marcos sobre relaciones derivadas entre estímulos y sugerimos razones para las diferencias entre ellos en términos de factores sociales, de contenido y teóricos. En general, los tres marcos tienen una historia similar, en el sentido de que cada uno puede interpretarse como extensiones del marco operante de la CV de Skinner, aunque con diferentes niveles de acuerdo y desacuerdo con ese marco seminal. Con este enfoque similar, los investigadores de EE, TMR y TN se centraron en diferentes poblaciones y en diferentes áreas de investigación, desarrollando numerosos programas de investigación tanto en entornos básicos como aplicados, aunque en gran medida separados unos de otros. Sin embargo, al reflexionar sobre las diferencias teóricas entre los marcos, quizás haya una diferencia principal: el origen de la respuesta relacional derivada. En resumen, los investigadores de la EE argumentan que la equivalencia de estímulos es producto de la contingencia misma; los investigadores de la TMR argumentan que es producto del desarrollo de una operante generalizada a través del entrenamiento de múltiples ejemplares; y los investigadores de la TN argumentan que la mediación verbal es necesaria para que se desarrollen las relaciones derivadas.

Aunque estas diferencias son importantes y deben abordarse en la investigación experimental y teórica, argumentamos aquí que no deben eclipsar ni dominar las similitudes en los marcos que hemos descrito. Además, sostenemos que considerar la investigación de todos los marcos podría ser la forma más eficaz de desarrollar un marco integral para una gama creciente de fenómenos del lenguaje. Como ejemplos de buenas prácticas, consideramos brevemente los programas de dos grupos de investigación que adoptaron ese enfoque y, como resultado, parece que lograron avances importantes hacia la comprensión analítico-conductual del desarrollo del lenguaje. Finalmente, esperamos que este artículo pueda ayudar a elucidar los contextos en los que se desarrollaron la TN, la EE y la TMR y esperamos que fomente una visión más comprensible y equitativa de los diferentes marcos sobre la investigación de relaciones derivadas dentro del análisis de la conducta.

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